Candidato a convertirse en Pueblo Mágico de México, Tacámbaro es la unión de arquitectura, historia trascendente y paisajes naturales para la memoria.
Tacámbaro es el espacio donde se expresan las canteras, las maderas y los hierros forjados. Saltan las notas de los violines, la poesía de José Rubén Romero, la nostalgia guerrera del Rey Tacámba y el folklore de la Tierra Caliente. Se escuchan las risas de la inocencia, el canto de las aves y el llanto del tiempo.
Viven la historia, las leyendas, tradiciones y costumbres. Huele a piloncillo y azúcar quemada que viene de los ingenios azucareros, a aguacates maduros y flores de café, de naranjos, de manzanos, duraznos y a centenas de crisantemos en las laderas. Se exhiben la creatividad, el color y los oficios, mientras en las capillas y templos se sienten la oración, la entrega y las meditaciones sobre lo divino.
Huellas eternas de los siglos
Tacámbaro es conocido como el Balcón de Tierra Caliente, porque desde sus montañas boscosas se aprecia el relieve multicolor y plácido de la que hace más de cinco siglos fuera la región inhóspita, la Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero.
El majestuoso territorio natural asombró a los antiguos purépechas cuando estaba próximo el año 1,300, desde entonces sus lagos se convirtieron en espacios de veraneo para los monarcas de la legendaria cultura. La fundación se atribuye al año1538 por los agustinos Fray Juan de San Román y Fray Diego de Chávez.. Hoy Tacámbaro muestra la espléndida arquitectura típica heredada por las expediciones de Tata Vasco de Quiroga en Michoacán, entre la cuales destacan más de 200 monumentos catalogados como históricos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Magia entre los templos, Capilla de Santa María Magdalena
La bella población esparce su magia de múltiples formas, el recorrido cultural se combina con lo natural al salir del caserío para internarse entre huertas de aguacates del oriente. A diez minutos del centro histórico se encuentra la singular Capilla de Santa María Magdalena en lo que fuese la hacienda del conquistador Cristóbal de Oñate. Parte del encanto del monumento es el que evoca su antigüedad, data de 1538 y fue el primer templo de la Orden de San Agustín dedicado a la evangelización de las tierras calientes de Michoacán y Guerrero.
Los muros de adobe, maderas y canteras, son elementos generadores de la imaginación que permite revivir los años de la conquista espiritual. El sencillo plateresco en su portada, el atrio y el campanario son cautivadores, sin restar importancia al cielo historiado del techo con pasajes de los apóstoles y María Magdalena. En la vieja sacristía la pila bautismal de cantera blanca emerge desde uno de los muros. Cuenta la leyenda que en ella fue bautizado el rey purépecha Tacámba, quien tuviera en Tacámbaro su comarca y centro de operaciones prehispánicas.
La Capilla de la Magdalena fue el escenario donde por primera vez se realizaron bautizos masivos y se conocieron los instrumentos musicales importados por los europeos, ya que la música fue una herramienta de los agustinos para lograr la introducción de la fe cristiana. El templo mantiene el empedrado en sus exteriores y el excelente clima en su interior, así como los pisos de antigua terracota. Los visitantes y habitantes definen al templo como mágico, un refugio de ensueño, el mejor lugar para las nupcias inolvidables y por demás acogedor.
Catedral Diocesana
El siglo XVI es también el origen de la Catedral Diocesana, que en sus inicios fuera el templo del conjunto conventual de los agustinos. El monumento conserva detalles del plateresco propio de aquella orden religiosa y del barroco. Sus muros nos motivan a imaginar la misión de los frailes, además de recordar que Alonso de la Veracruz fundó en el recinto la Segunda Escuela de Estudios Mayores más importante de América y se estableció ahí también la biblioteca más grande en acervo literario.
En la catedral dedicada a San Jerónimo destacan dos capillas que parten de la nave central, una dedicada a la Virgen de Guadalupe y la otra es conocida como El Sagrario, donde destaca la singular escultura llamada El Trono de Dios, la cual hace referencia a diversos episodios bíblicos. El 11 de abril de 1865 el edificio fue víctima de un incendio voraz al ser el fortín del ejército belga que finalmente perdió la Batalla de Tacámbaro al enfrentarse a los lugareños comandados por el general Nicolás de Régules. Desde entonces en la ciudad de Oudenaarde, Bélgica se yergue una plaza monumental con el nombre de Tacámbaro, homenaje a los belgas muertos en nuestro pueblo.
Santuario de Fátima
El Santuario de Fátima con apariencia modernista de bellos vitrales guarda tesoros que son únicos en América. Uno de ellos, la réplica del Santo Sepulcro, construido al obedecer la métrica del original en Jerusalén. El templo es también hogar de las vírgenes refugiadas de Polonia, Lituania, Cuba y Hungría.
La primera es conocida como la Virgen Negra de Chestokova, cuya pintura original se atribuye a San Lucas, que en Europa recibe más de cinco millones de peregrinos al año. Su imagen llegó a Tacámbaro por ser el refugio ideal durante movimientos mundiales en contra del catolicismo o conflictos bélicos diversos. En octubre a la fiesta de las vírgenes acuden visitantes de estas naciones, quienes ofrecen al pueblo muestras de su cultura y agradecimiento.
Herencia de Don Vasco de Quiroga en Tacámbaro
El Templo del Hospitalito se mantiene como ejemplo de los hospitales de indios fundados por Don Vasco de Quiroga en Michoacán. Como parte de su arquitectura conserva en la fachada la torre y el arco moldurado de medio punto con fábrica en el siglo XVI. En el interior se aprecian detalles de maderas y rasgos de diseño propios de los templos y capillas de pueblos indígenas que conforman la Ruta Don Vasco. Anexo a la pequeña iglesia permanece el edificio que en sus orígenes fuera el refugio de los enfermos; funge como el seminario menor de la arquidiócesis y escuela preparatoria.
La naturaleza impone su magia
Tacámbaro es paisaje infinito, verde intenso de los bosques y verde suave de los cañaverales. Es millones de flores sobre los fieles árboles de aguacate. Es aguas frescas y termales, cascadas y ríos. Es el mejor clima del mundo donde la vida se da con placer, es sol, días y noches de lluvia con relámpagos que en las noches muestran las siluetas de los cerros, es noches estrelladas con las fases de la luna que han inmortalizado los poetas.
Tacámbaro es crepúsculos vespertinos, sabor culinario, deleite, la buena salud, la paz, la sanación. El pueblo es un concierto de campañas agustinas, fiestas y recuerdos, bailes tradicionales. El destino es orgullo nacional, cuna de hombres y mujeres ilustres, ternura entre la modestia de sus calles uniformes, encanto, es magia. Tacámbaro es Pueblo Mágico.
Hablar de Tacámbaro significa abrir los sentidos para sentir la naturaleza. En el último kilómetro de la zona boscosa un rincón milenario muestra su espectáculo, se trata de La Alberca, mágico lago oculto entre los pinos y encinos de un cráter de volcán apagado, donde el verde intenso y abundante de la vegetación nos invita a internarnos en ella para practicar el senderismo, acampar o simplemente leer un buen libro cobijados por la sombra de los enormes árboles que la rodean y guiados en la lectura por el interminable canto de las aves.
La Alberca, el lago en el cráter del volcán
La Alberca es el destino romántico por excelencia. El poeta y novelista José Rubén Romero nos describe al espacio como un espejo infinito donde los siglos peinan sus cabelleras grises, nos recuerda en su obra que el Rey Tacámba lo adoptó como escondite de amores y refugio para los buenos momentos de su vida, donde dejó las huellas del amor junto con la princesa Inchátiro. Cuenta la leyenda que en las profundidades se encuentra un enorme cristo traído de Europa, imagen que fue arrojada por los evangelizadores con el objetivo de calmar las furiosas aguas que por 1540 poseía, como si se negasen a la conquista espiritual y suplicaran para siempre ser defendidas por su Rey Tacámba.
La Alberca ofrece su magia a todas horas, durante el día suceden los turnos para producir distintas tonalidades de azules y verdes en el agua, siempre en coordinación con los rayos solares y las siluetas del bosque. Por la noche reina el misterio y las energías del lugar parecen iniciar su momento de gloria, los sentidos se hipnotizan cuando se percibe el sonido de los ríos subterráneos que alimentan el manto, y soplan los ligeros vientos de la flora. Un sobresalto nocturno es común cuando los peces saltan a la superficie en medio de la oscuridad. El lago del Rey Tacámba conjuga diversidad de atracciones, desde la espléndida vista desde uno de sus cenadores al Valle de Tierra Caliente, hasta la oportunidad de reflexionar y pensar en la magia que brinda la vida.
Zona Protegida y Parque Ecológico Cerro Hueco
La naturaleza ofrece también las peculiaridades del Parque Ecológico Cerro Hueco con las mejores vistas a la Tierra Caliente y sus caprichosos relieves. El parque cuanta con comodidades para paseos ecológicos, ya que sus cenadores están adaptados con parrilla para los banquetes campiranos, se pueden practicar diversos deportes o simplemente sentir el clima, el cobijo de los pinos y vivir la oportunidad de aprovechar el momento.
Cascadas, balnearios naturales y más lagos
Tacámbaro es zona de cascadas, se cuentan más de diez, entre las que destaca Santa Rosa con más de 120 metros de altura, Arroyo Frio, Santa Paula y El Capiri. La situación virgen es común en toda la región ideal para deportes de aventura. El Etucuarillo atrae a los viajeros con las aguas termales y sus propiedades curativas. Abundan los balnearios modernos y perfectamente equipados dentro del pueblo y entre huertas de aguacates circundantes. La Laguna de la Magdalena es otro escenario para importantes eventos sociales y deportes acuáticos, espacio en el cual se trabaja para convertirlo en destino de ecoturismo y aventura con tirolesas, zona para acampar, muelle para botes de exploración y cenadores, entre otros atractivos.
Cuando se visita Tacámbaro, sólo es necesario abrir los sentidos, la magia natural aparece desde kilómetros antes de llegar al pueblo, entre huertas de aguacate surgen aromas del oro verde de la región, al follaje de los cedros y a las flores de bugambilias. El pueblo se muestra humilde y cautivador en medio de la herradura de montañas boscosas que lo envuelve, abriéndose hacia el valle de Tierra Caliente, que le ha dado el título de Balcón de Tierra Caliente y aspira a formar parte de los Pueblos Mágicos de Michoacán.