La Rivera Maya, junto a Cancún, es uno de los destinos turísticos más importantes de México. Sus playas, ocio y clima atraen cada año a miles de turistas, pero la oferta cultural de estas tierras también conserva su atractivo. Ejemplo destacado son Chichen Itzá y Tulum.
Cada 21 de marzo y 21 de septiembre, coincidiendo con los equinoccios, se reúnen miles de personas en Chichen Itzá para ver descender la serpiente emplumada.
Tulum, ciudad amurallada de la cultura maya
En la antigüedad, la Ciudad de Zamá, que significa “salida del sol“, era lo que hoy conocemos como Tulum (en lengua maya significa “muralla“) y hace referencia a la muralla que la rodeaba. Tulum, al igual que Chichen Itzá, fue una ciudad dedicada al planeta Venus, considerado como una deidad dual con el nombre de Kukulkán. Kukulkán estaba asociado al comercio y al cacao y por ello era frecuentado por los mercaderes y mantenía la solidaridad del dominio mercantil.
Tulum, en cambio, por estar situada en la planicie costera y a una altura en que podía contemplarse el horizonte natural en todas direcciones, pudo ser un punto de observaciones astronómicas.
Hoy día apenas quedan unos pocos restos de lo que pudo ser esta fortaleza, construida en torno al año 1250. Además, es la única población maya levantada justo a orillas del mar, con Playa Paraíso acotando el recinto. El mar más azul que jamás se pueda imaginar acompañado de fina arena blanca. Como su propio nombre indica, una auténtica playa paradisíaca de aguas claras y turquesas donde es difícil no sucumbir.
Chichen Itzá y la magia de la serpiente
Chichen Itzá, por su parte, es uno de los principales sitios arqueológicos de la Península de Yucatán. Huella importante y renombrada de la civilización maya, las edificaciones principales que aquí perduran corresponden a la época de la declinación de la propia cultura maya.
Su nombre proviene de las palabras mayas chi (boca), che’en (pozo), itz (mago, brujo) y a (agua): “la boca del pozo de los magos del agua”. Además, esta zona arqueológica fue inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988 y en julio de 2007 fue reconocida como una de las Nuevas Maravillas del Mundo por una iniciativa privada que, sin el apoyo de la UNESCO, contó con el reconocimiento de millones de votantes alrededor del mundo.
Descenso simbólico de Kukulcán
El templo de Kukulkán, principal estructura de Chichen Itzá, demuestra los profundos conocimientos de matemáticas, geometría y astronomía que poseían los mayas. Estos observaron con detenimiento el comportamiento de las estaciones, así como las variaciones de las trayectorias del Sol y las estrellas, y combinando sus conocimientos lograron registrarlos en la construcción de este templo.
El templo de Kukulkán cuenta con cuatro escalinatas, cada una de ellas con 91 escalones; de esta forma suman 364 y considerando la plataforma superior del templo tienen un total de 365 unidades, la equivalencia a los días que conforman nuestro calendario actual.
Los mayas contaban con 18 meses, cada uno de ellos compuesto por 20 días (18 x 20 = 360 días), así como otro mes con tan sólo cinco días. Esto servía para hacer que todos los años fueran iguales (hoy día cada cuatro años tenemos un año bisiesto). No obstante, estos últimos cinco días eran considerados como nefastos y se prefería que los nacimientos ocurrieran en cualquiera de los otros meses del año.
Al atardecer de los equinoccios de primavera y otoño el juego de luz y sombra en el templo crea una ilusión óptica: la de una serpiente que se mueve. Miles de entusiastas se reúnen para vivir la experiencia de la magia maya. La ilusión consiste en siete triángulos isósceles de luz invertidos como resultado de la sombra que proyectan las nueve plataformas de este edificio durante el ocaso.
Conforme avanza el tiempo parece descender del templo una serpiente y el último reducto de luz se proyecta en la cabeza de la Serpiente Emplumada que se encuentra en la base de la escalinata. Este fenómeno dura unos minutos conforme el sol se oculta y los triángulos van desapareciendo en orden inverso, o sea de abajo hacia arriba. Se dice que cuando la serpiente bajaba al día siguiente los campesinos podían cultivar la tierra.
Este fenómeno viene sucediéndose año tras año y, curiosamente, aunque el día en que la serpiente tiene que descender esté nublado o lluvioso, justo en ese momento se despeja el cielo y “la serpiente desciende”. Todo un misterio maya que cada año cuenta con más adeptos.